l patriotismo no es el amor a una Patria ideal –esa nación
inexistente de los nacionalistas/separatistas– que
requiere exclusiones y mutilaciones. Al contrario, el
patriotismo es el amor a lo que nuestro país es ahora y
ha sido en su Historia, con toda su variedad, sus contradicciones
y muchas cosas pendientes de mejorar.
Por eso el patriotismo es la base del pluralismo y la
democracia.
La alternancia política sólo es posible cuando sabemos
que quienes gobiernan respetarán el bien común
–aquello que compartimos todos– aunque las ideas
sean distintas.
Solemos relacionar el patriotismo con el orgullo por
nuestra Patria. Relacionamos ese orgullo con la emoción
suscitada por los símbolos nacionales. Pero es importante
entender que esa emoción no se produciría si antes
no hubiéramos comprendido –aunque sea intuitivamente–
que esos símbolos representan lo mejor de nuestros
compatriotas, ofrecido –en este caso– a la Nación.
Desde esta perspectiva, la Nación o la Patria encarnan
los logros más altos de cada uno de nosotros y la
emoción que sentimos no procede sólo del orgullo,
sino también de la exigencia que nos plantea. No es
cuestión de heroísmos. Es cuestión de hacer lo que hay
que hacer: cumplir y servir.
En España, el patriotismo ha tenido mala prensa en
los últimos cuarenta años. Ha remontado un poco el
vuelo con la reintegración de nuestro país
en la escena internacional, con el progreso
económico y la expansión de nuestras empresas,
con el deporte. Es imposible reponer
el patriotismo donde tiene que estar
–como virtud cívica y personal– si no se
tiene en cuenta a la Institución Militar.
La situación de nuestras Fuerzas Armadas no es sencilla,
pero tenemos algo más que el núcleo de una
buena Fuerza expedicionaria. Se parece bastante a lo
que nuestro país requiere y a lo que podamos aportar
al escenario internacional. Por ello, sería deseable una
mayor difusión de lo que están haciendo nuestras tropas
en España y en las misiones exteriores en las que
participan.
Puede comprobarse por las encuestas que una mayoría
de españoles es favorable a la vuelta de los valores militares a la sociedad. No se trata de militarizar la sociedad. Se trata de tomar nota de que “la crisis” está poniendo fin a un modelo social basado en el egoísmo, en el traspaso a los demás de los problemas de cada uno, en la perpetua irresponsabilidad publicitada y enseñada como derecho. En este aspecto, hay una demanda generalizada que sería un grave error no saber entender. El Ministerio de Edu-