José Luis Méler y de Ugarte
Doctor Ingeniero Industrial

cación y las Comunidades Autóno- mas tienen aquí una responsabilidad tan importante como la del Ministerio de Defensa. Por tanto, ante la crisis de valores que sufre la sociedad es necesario resaltar el papel fundamen- tal de nuestras Fuerzas Armadas como ejemplo de sacrificio y trabajo, tan necesarios para sacar adelante a nuestra Patria, ya que en la disciplina, jerarquía y unidad estriba el valor añadido de nuestro Ejército.

El  valor  ante  la  crisis  de  valores
l patriotismo no es el amor a una Patria ideal –esa nación inexistente de los nacionalistas/separatistas– que requiere exclusiones y mutilaciones. Al contrario, el patriotismo es el amor a lo que nuestro país es ahora y ha sido en su Historia, con toda su variedad, sus contradicciones y muchas cosas pendientes de mejorar. Por eso el patriotismo es la base del pluralismo y la democracia.

La alternancia política sólo es posible cuando sabemos que quienes gobiernan respetarán el bien común –aquello que compartimos todos– aunque las ideas sean distintas.

Solemos relacionar el patriotismo con el orgullo por nuestra Patria. Relacionamos ese orgullo con la emoción suscitada por los símbolos nacionales. Pero es importante entender que esa emoción no se produciría si antes no hubiéramos comprendido –aunque sea intuitivamente– que esos símbolos representan lo mejor de nuestros compatriotas, ofrecido –en este caso– a la Nación.

Desde esta perspectiva, la Nación o la Patria encarnan los logros más altos de cada uno de nosotros y la emoción que sentimos no procede sólo del orgullo, sino también de la exigencia que nos plantea. No es cuestión de heroísmos. Es cuestión de hacer lo que hay que hacer: cumplir y servir.

En España, el patriotismo ha tenido mala prensa en los últimos cuarenta años. Ha remontado un poco el vuelo con la reintegración de nuestro país en la escena internacional, con el progreso económico y la expansión de nuestras empresas, con el deporte. Es imposible reponer el patriotismo donde tiene que estar –como virtud cívica y personal– si no se tiene en cuenta a la Institución Militar.

La situación de nuestras Fuerzas Armadas no es sencilla, pero tenemos algo más que el núcleo de una buena Fuerza expedicionaria. Se parece bastante a lo que nuestro país requiere y a lo que podamos aportar al escenario internacional. Por ello, sería deseable una mayor difusión de lo que están haciendo nuestras tropas en España y en las misiones exteriores en las que participan.

Puede comprobarse por las encuestas que una mayoría de españoles es favorable a la vuelta de los valores militares a la sociedad. No se trata de militarizar la sociedad. Se trata de tomar nota de que “la crisis” está poniendo fin a un modelo social basado en el egoísmo, en el traspaso a los demás de los problemas de cada uno, en la perpetua irresponsabilidad publicitada y enseñada como derecho. En este aspecto, hay una demanda generalizada que sería un grave error no saber entender.  El Ministerio de Edu-
EL PATRIOTISMO